UNA SEMILLA
Cuando escuché hablar a Cesar Pachón sobre el desarrollo de su vida después del paro agrario, recordé algunas noticias que pasaban en medios nacionales reconocidos donde decían que Pachón era un guerrillero. En aquella época me encontraba en Duitama con mi familia; cuando nos disponíamos a regresar a Bogotá nos quedamos estancados en la variante de Villa Pinzón, alrededor de 10 personas con ruanas y sombreros no dejaban pasar los carros. Luego de 20 minutos vimos bajar algunos hombres de la montaña, nos pareció extraño aun así esperamos, pues las personas alrededor decían que no demoraba en llegar la policía. De un momento a otro escuchamos algunos gritos y vimos a los carros buscando la manera de dar reversa, cuando nos percatamos, los hombres que se habían escurrido de la montaña estaban lanzándonos piedras, de inmediato volvimos a Duitama.
Cuando Pachón nos explicó que el paro agrario del 2013 fue solo el final de unas largas charlas que se habían mantenido con varios gobiernos, charlas llenas de mentiras y falsas promesas, entendí entonces la desesperación que podían llegar a sentir los campesinos, pues estaban perdiendo sus tierras, sus casas y la vida a la que estaban acostumbrados por creer en los arreglos de un gobierno al que su trabajo parecía no importar.
De ahí en adelante la vida de Cesar Pachón cambio radicalmente, era foco de atención no solo del gobierno y de los medios de comunicación sino de varios movimientos al margen de la ley. Empezó a recibir panfletos, amenazas en su casa, mensajes extraños y supo entonces que la vida de su familia se vería implicada en todo eso aun así no renuncio a la labor que había comenzado.
A pesar de disponer de la protección del gobierno y estar siempre acompañado de escoltas, mientras él se encontraba en Bogotá su familia sufría ataques en la casa. Aunque un policía se encontraba todo el tiempo en la puerta personas extrañas se entraban por el techo del patio, rompían los vidrios y los amenazaban. A estos tiempos difíciles se le sumaba la preocupación por su esposa quien estuvo embarazada y por el estrés causado tras el paro agrario, perdió a su bebe.
Pasaban los años y Pachón seguía encaminado en proteger su legado, su tierra y sobre todo a su familia, quien a pesar de las amenazas y los malos ratos siguen creyendo que la semilla que él planto en la sociedad puede más que la corrupción de un sistema. Le rezan a Dios para que siempre lo proteja en cada camino que toma, para que sus tierras y cultivos no tengan problemas, rezan por su comunidad y el desarrollo de sus niños, quienes para Pachón, son el abono de su semilla.
Semilla que planto y es una gran piedra en el zapato del gobierno. Semilla que nos enseña a no creer todo lo que vemos en la televisión, ni creer todo lo que dicen los políticos. Semilla que nos enseñó a dejar el rojo (liberalismo) y el azul (conservatismo) para unirnos como pueblo y lograr grandes cambios. Semilla que nos enseña a pensar más en nuestras tierras, nuestras raíces y nuestros campesinos.